A esta piedra se le atribuye el poder de prevenir las pasiones violentas, asegurando la paz espiritual y el sentido de responsabilidad de sus poseedores. Además, se la creía capaz de prevenir la embriaguez, de donde deriva su nombre del griego.
Las mujeres Romanas usaban amatistas para retener el amor de sus esposos y para los antiguos cristianos ahuyentaba el diablo.
Carlos, príncipe de Gales, el día de su investidura, recibió de parte de la Reina un anillo con amatista como símbolo de responsabilidad y protección.
En Chile se han encontrado amatistas en Coquimbo y Antofagasta, pero lejos de la calidad de los yacimientos de Brasil y México.